Para oídos sordos
Todos somos iguales
El asesino y el muerto
El vivo y el Dios
Los violentos duermen en calma
Y las víctimas reposan
En sillas de plata
Con flores recordándolos
En medio de la niebla fría
De una paz eterna, sin llantos ni desidia
Todo duerme
Sin miedo de
despertar
Alas desplegadas
Atadas al cemento
Tratan de motivar
Al alma inmortal
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